Descubriendo rincones

 

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Los primeros días son inciertos, nerviosos y excitantes. Los siguientes se transforman en fugaces, felices y profundos. Los que siguen son solo rutina.

Los primeros días no te pierdes. Estás perdido. Todo es nuevo, desconocido y emocionante. Desconoces los sonidos, no entiendes el idioma, no reconoces lo que ves. Sabes que no perteneces al lugar y la ciudad sabe que no perteneces a ella.

 

Los días van pasando y, con ellos, la inseguridad de las pisadas se transforma en pasos firmes y decididos. El desconocimiento y la inexperiencia desaparecen y el recorrido diario, hasta entonces pedregoso, se convierte en un grato quehacer diario.

La falta de experiencia se convierte en el descubrimiento de una nueva cultura, de otra forma de pensar. De ser y estar. Y tú te adaptas a ella. O lo intentas.

Sin darte cuenta, pasan los días, y ya no estás perdido. ¡Quierebeach-933297_960_720s perderte!

Perderte para encontrar aquellos lugares escondidos donde se hallan los verdaderos secretos de la ciudad y sus gentes. Los verdaderos encantos, lo que de verdad enamora. Pero también, perderte para encontrarte a ti mismo. Porque eres Moscú y tú, y nadie más.

El tiempo apremia y hay que aprovechar al máximo las oportunidades que aparecen en el camino. Ya no estás solo. Te pierdes en compañía. Recorres las calles acompañado de personas desconocidas, que pasaron a ser conocidos y ahora son amigos.

Por fin sientes que hay un lugar para ti en esa ciudad. Y lo mejor, empiezas a disfrutarla como una moscovita más.